Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek

Mauricio Ramírez-Rodríguez

Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas

Instituto Politécnico Nacional

mramirr@ipn.mx

 

Las pesquerías son sistemas complejos que incluye los subsistemas biológico, tecnológico, económico y social; y su administración debe buscar su sostenibilidad, promoviendo la pesca responsable, la conservación de los ecosistemas y la rentabilidad de la actividad. Las pesquerías contribuyen a la seguridad alimentaria, a la generación y mantenimiento de empleos bien remunerados y a la aportación a los ingresos de los estados involucrados (FAO 2010).

La pesca es una actividad esencialmente económica que comprende ingresos y costos de operación, que varían en función del nivel de explotación y guardan relación con las fuerzas del mercado. Sin embargo, las medidas de manejo más comunes se refieren a la sostenibilidad del recurso, limitando la capacidad de pesca, controlando el esfuerzo de pesca, la selectividad de tallas o la cantidad de captura permitida. El problema es más amplio y es parte de los relacionados con el concepto de desarrollo sostenible, “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación actual sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (WCED, 1987)

Los acuerdos promovidos por las Naciones Unidas, como los relacionados con el Derecho del Mar y el Desarrollo Sostenible (Naciones Unidas, 1982; 1992), proponen como objetivo utilizar las evidencias científicas disponibles para asegurar que los recursos pesqueros no estén amenazados por la sobreexplotación y preservar o restablecer las poblaciones de las especies capturadas a niveles que puedan producir el máximo rendimiento sostenible con arreglo a los factores ambientales y económicos pertinentes. Cabe preguntar si el máximo es lo óptimo y qué factores ambientales y económicos son pertinentes. Desde los años 1990 se reconoció que la administración necesita enfatizar los factores organizativos más que los factores técnicos a la hora de promover un desarrollo social y biológicamente sustentable (Bailey y Jentoft, 1990).

Un tema importante es que la ordenación de la pesca que busca la sostenibilidad requiere evaluar el estado del recurso, la rentabilidad de la pesca y las consecuencias económicas y sociales de las medidas de ordenación. El primer problema es definir el objetivo de la ordenación: ¿Qué se espera lograr con las medidas de manejo a corto y mediano plazo? En este trabajo se revisan algunos de estos temas.

Indicadores y Puntos de Referencia

En términos generales, la ordenación pesquera requiere establecer objetivos, realizar investigación en diferentes escalas espaciales y temporales, con metas a corto, mediano y largo plazo, todo en relación con el tipo y características de la pesquería y recursos explotados, los intereses económicos y sociales, y las oportunidades de seguimiento, control y vigilancia.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el proceso de ordenación incluye la definición de metas a diferentes plazos y, para medir los avances de su cumplimiento, de indicadores y puntos de referencia fáciles de entender, viables y eficaces en función del costo por lo que respecta a la información que requieren (FAO 2010). La FAO establece que un punto de referencia es un valor estimado derivado de un procedimiento científico que corresponde a una situación de los recursos y de la pesquería y puede utilizarse como directriz para la ordenación pesquera (FAO 1999).

La obtención de indicadores sobre el estado de una pesquería requiere determinar criterios y metas específicos y elaborar un modelo conceptual de cómo funciona el sistema. Es indispensable determinar indicadores de desempeño y puntos de referencia potenciales que, con los datos disponibles, permitan definir objetivos y evaluar los progresos hacia el cumplimiento de metas relacionadas con la sostenibilidad de la pesquería. Generalmente los indicadores se relacionan con variables básicas como niveles de captura y esfuerzo de pesca, que permiten analizar tendencias y cambios temporales y definir puntos de referencia sobre el estado actual de la pesquería y sus posibles cambios por efectos de factores ambientales y aplicación de medidas de manejo.

Entre los puntos de referencia más utilizados destaca el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS), definido como el máximo rendimiento de equilibrio teórico que puede obtenerse continuamente de una población, en las condiciones ambientales existentes, sin influir significativamente en el proceso de reproducción (FAO 2010). Otro indicador es el Rendimiento Máximo Económico (RME), definido como la mayor diferencia teórica entre los beneficios y los costos totales de la explotación de un recurso en las condiciones ambientales existentes. El RME se logra a un nivel de esfuerzo pesquero inferior al que produce el RMS. También se emplean otros indicadores relacionados con la mortalidad por pesca y su relación con el esfuerzo pesquero, el reclutamiento y el tamaño de los peces capturados (FAO 2010).

A los indicadores mencionados se les denominó puntos de referencia para la ordenación pesquera (Caddy y Mahon 1996) y de acuerdo con el propósito de mantener el recurso en buen estado, se les catalogó como “puntos de referencia objetivo” a los que la pesca debería ser dirigida y como “puntos de referencia límite” a los que debiera evitar, porque sobrepasarlos llevaría a la sobreexplotación del recuso. Estas definiciones y la dificultad de estimar los puntos de referencia con precisión llevaron a considerar su uso como puntos de referencia precautorios.

El proceso para la definición y estimación de puntos de referencia suponen diferentes condiciones en la relación entre la explotación de un recurso y la dinámica de la población, que llevan al planteamiento de modelos para su evaluación, propuestos y desarrollados desde el siglo veinte (Beverton y Holt 1948, Ricker, 1975; Gulland 1983, Hilborn y Walters 1992). Estos modelos consideran características del recurso y la flota, la necesidad de datos, métodos de estimación y medidas de incertidumbre. La evolución de estas ideas conlleva la integración de la variabilidad en la abundancia de las poblaciones de los recursos por efectos de cambios en el esfuerzo de pesca y de las condiciones del ecosistema, incluyendo el cambio climático.

Los modelos mencionados se aplican a la especie objetivo, la que buscan los pescadores, y permiten estimar el estado del recurso: subexplotado, bien explotado o sobreexplotado. Esto aporta a la toma de decisiones por parte de los administradores que proponen como objetivo el RMS o el RME, generando medidas que limitan el esfuerzo de pesca (número, tamaño y potencia de las embarcaciones y artes de pesca, frecuencia de uso), las características de la captura (tamaño de las individuos capturados y cantidad de pesca incidental de especies no objetivo) y vedas espaciales y temporales (no pesca) asociadas a la protección de la reproducción de la especie objetivo. Estas medidas afectan la dinámica de la población y la flota, y los ingresos de los pescadores.

Una parte importante del problema se refiere a que los modelos más “simples” y utilizados para estimar el RMS, el RME y el esfuerzo pesquero y cuotas de captura apropiadas, requieren datos de montos de captura y medidas del esfuerzo pesquero aplicado para calcular la captura por unidad de esfuerzo y utilizarla como indicador de la abundancia del recurso. Por ejemplo, captura por año, por mes, por barco, por viaje, por día, por lance. Para la información económica se necesitan datos sobre costos de inversión (embarcaciones y equipos), costos de operación y precios de productos desembarcados. Con estos datos es factible utilizar modelos de producción y bioeconómicos (Seijo et al. 1998).

Pero los modelos que integran variables sobre el comportamiento del recurso, que suponen menor incertidumbre en las estimaciones, requieren muchos más datos: talla, peso, sexo y muestras de otolitos, escamas o vertebras, gónadas y estómagos para estimar parámetros relacionados con la edad, la reproducción y la alimentación de los peces capturados (Sparre y Venema, 1977). Esto complica su obtención y uso, y por ello en México estos modelos son mayormente utilizados en recursos explotados por flotas industriales (atún, sardina), en pesquerías de pequeña escala (artesanales) con valor económico alto (langosta, abulón) y en especies aprovechadas por los dos tipos de pesquerías (camarón). Pero para la mayoría de las especies explotadas por pesquerías de pequeña escala no hay estos datos o se recolectan sin un programa de muestreo formal que permita el seguimiento de cambios en las poblaciones y en las flotas.

Los datos que generalmente están disponibles son los de captura desembarcada, por especie o grupo de especies y por ello se desarrollaron modelos que sólo se basan en ellos para estimar el estado de la población. En México, en algunas fichas técnicas de la Carta Nacional Pesquera y en algunos Planes de Manejo Pesquero se usa el modelo de Martell y Froese (2012). Sin embargo, el uso de este modelo ha sido criticado por autores como Ovando et al. (2021), que recomiendan que se utilice reconociendo sus limitaciones y consecuencias, ya que no es confiable para estimar el estado de la población objetivo.

Otros indicadores del estado de las pesquerías

De lo presentado arriba destaca que en México actualmente el manejo de pesquerías se refiere principalmente al Rendimiento Máximo Sostenible o al Rendimiento Máximo Económico, ambos relacionados con la estimación de la captura y el esfuerzo de pesca requeridos para la sostenibilidad del recurso. Sin embargo, no es frecuente el uso el uso de indicadores de desempeño de las pesquerías relacionados con aspectos de organización y operación de las unidades económicas que disponen de permisos de pesca para la explotación de determinadas especies, con artes y áreas de pesca definidos por la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA). Tampoco se definen indicadores relacionados con el procesamiento de productos pesqueros, su conservación, transporte y comercialización.

La definición de objetivos de las pesquerías con las variables mencionadas es complicada, pero debe buscarse en el marco de la sostenibilidad integral, ligada al concepto de rendimiento óptimo, la incertidumbre y la precaución. Un problema para la definición de indicadores y puntos de referencia es la disponibilidad de datos, cuestión recurrente para los de tipo biológico, pero también presente para los otros tipos de indicadores que dependen de la existencia de programas de investigación para recolectar y analizar datos requeridos por los modelos de evaluación. Estos programas implican diversos problemas de logística y costos de operación no disponibles para muchas pesquerías, especialmente las de pequeña escala.

El seguimiento de las actividades pesqueras implica la recolección de datos básicos sobre características de las unidades económicas (cooperativas pesqueras y permisionarios privados) como, el número de pescadores, permisos y concesiones y embarcaciones. También hay seguimiento de la actividad a través de avisos de arribo y bitácoras en que se registran datos sobre las operaciones pesqueras. En México los más comunes para las pesquerías de pequeña escala son los avisos de arribo, que se registran en las oficinas de pesca de la CONAPESCA y constituyen la principal fuente de datos sobre la actividad. El dato más utilizado es la captura desembarcada por especie por oficina de pesca. Sin embargo, existe la posibilidad de que los otros datos también aporten a la construcción de otros indicadores sobre el estado de una pesquería (Tabla 1).

Además, los datos de los avisos también dan la oportunidad de definir regiones y zonas de pesca, y construir unidades operativas e indicadores de éxito en términos de la frecuencia de uso, captura e ingreso económico. Hay que anotar la falta de datos sobre el arte y sistema de pesca utilizado.

TABLA 1. Posibles Puntos de Referencia del estado de una pesquería y variables relacionadas

1 Crecimiento del esfuerzo de pesca (número de unidades económicas, pescadores, permisos, embarcaciones, artes de pesca, viajes, días y lances)
2 Éxito de pesca (captura por especie, captura por unidad de esfuerzo)
3 Rendimiento económico de la pesquería en general (valor de la captura desembarcada)
4 Rentabilidad de las unidades económicas (precios por tipo de productos desembarcados, costos de operación, ingresos y punto de equilibrio)
5 Procesamiento de captura a bordo y desembarcada (productos, procesamiento y conservación,)
6 Comercialización (productos, presentación, destino, precios)
7 Organización de pescadores (tipo de organización, reglas de colaboración, estrategias de operación, capacitación, influencia en la cadena de valor y el ordenamiento)
 

8

Eficiencia del manejo (objetivos, metas, reglas, comanejo, seguimiento, control y vigilancia)

 

Literatura citada

Bailey, C., S. Jentoft. 1990. Hard choices in fisheries development. Marine Policy 14(4): 333-344

Beverton. R.J.H., S.J. Holt. 1956. On the dynamics of exploited fish population. Fish. Invest. Minist. 1957 Agric. Fish. Food G.B. (2 Sea Fish) 19: 533 p.

Caddy, J.F., R. Mahon. 1996. Puntos de referencia para la ordenación pesquera. FAO Doc. Téc. Pesca 347, 109 p.

FAO. 1999. La ordenación pesquera. FAO Orientaciones técnicas para la pesca responsable, 4, 81 p.

FAO. 2010. La ordenación pesquera. 2. El enfoque ecosistémico de la pesca 2.2 Dimensiones humanas del enfoque ecosistémico de la pesca. FAO Orientaciones Técnicas para la Pesca Responsable. No 4, Supl. 2, Add. 2. 94p.

Gulland, J.A. 1983. Fish stock assessment. John Willey & Sons, New York, 223 p.

Hilborn. R., C.J. Walters. 1992. Quantitative fisheries stock assessment: choice, dynamics and uncertainty. Chapman and Hall. New York, 570 p.

Martell, S., R. Froese. 2012. A simple method for estimating MSY from catch and resilience. Fish and Fisheries 14: 504-514.

Naciones Unidas. 1982. El Derecho del Mar. Texto oficial de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar con anexos e índice temático. Naciones Unidas, Nueva York, 268 p.

Naciones Unidas. 1992. Agenda 21: programa de acción para el desarrollo sostenible. Texto final de los acuerdos negociados por los gobiernos en la conferencia de Naciones Unidas sobre el medio ambiente y el desarrollo (UNCED), 3-14 junio 1992, Río de Janeiro, Brasil, 294 p.

Ovando, D., Free, C.M., O. Jensen, Hilborn, R. 2021. A history and evaluation of catch-only stock assessment models. Fish and Fisheries 23: 616-630

Seijo, J.C.; Defeo, O.; Salas, S. 1998. Fisheries bioeconomics. Theory, modelling and management. FAO Fisheries Technical Paper 368, 108p.

Schaefer, M.B. 1957. A study of the dynamics of the fishery for yellowfin tuna in the eastern tropical Pacific Ocean. Inter-Am. Trop. Tuna Comm. Bull. 2: 247-285.

WCED (World Commission on Environment and Development). 1987. Report of the World Commission on Environment and Development: note by the Secretary-General. https://digitallibrary.un.org/record/139811?v=pdf

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por coscyt

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