Miriam E. Romero-Velázquez1, Fernando R. Elorriaga-Verplancken1, Casandra Gálvez1, Xchel G. Moreno-Sánchez1, Rodrigo Moncayo-Estrada1, Tenaya Norris2, Cara L. Field2
1Instituto Politécnico Nacional, Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR-IPN), Departamento de Pesquerías y Biología Marina, La Paz, Baja California Sur, México.
2The Marine Mammal Center, Sausalito, California, 94965, EEUU.
La palabra patógenos se refiere a agentes infecciosos que causan enfermedad y zoonóticos describe aquellas infecciones que se transmiten entre animales y humanos. Debido a sus hábitos terrestres, los pinnípedos (lobos marinos y focas) son vulnerables a contraer, desarrollar y transmitir enfermedades zoonóticas, representando un riesgo potencial para la salud pública. Es importante estudiar estas enfermedades en el lobo fino de Guadalupe, Arctocephalus townsendi (Fig. 1), ya que esta especie estuvo al borde de la extinción por cacería y actualmente se ubica en un proceso de recuperación con únicamente una colonia reproductiva bien establecida en Isla Guadalupe, en el Pacífico Mexicano. Lamentablemente, la especie enfrenta numerosas amenazas, tales como la poca disponibilidad de presas debido a anomalías oceánicas cálidas (Fig. 2) y la intervención humana (p. e., pesquerías e introducción de especies). Esto altera continuamente su entorno y facilita la introducción de patógenos en ecosistemas previamente no expuestos, aumentando la frecuencia de enfermedades infecciosas y emergentes.
Entre los agentes infecciosos que amenazan a estos mamíferos se encuentran bacterias causantes de enfermedades como el “dedo de foca” (Mycoplasma phycocerebrale), brucelosis (Brucella pinnipedialis) y leptospirosis (Leptospira spp.). También, hay virus como el de la influenza aviar H10N7 y otros parásitos como Giardia spp., Sarcocystis neurona y Toxoplasma gondii.
Lobos finos de Guadalupe neonatos de Isla Guadalupe han resultado positivos a Leptospira spp., detectada a través del suero sanguíneo, utilizando la prueba de aglutinación microscópica. Además, en un individuo varado en la costa oeste de Estados Unidos se reportó la presencia de Sarcocystis spp. y Toxoplasma gondii.
En el territorio mexicano se desconoce la presencia de muchos de estos patógenos en pinnípedos, destacando la necesidad de estudios adicionales para comprender y manejar mejor estas amenazas emergentes. Esto plantea un desafío crucial para la conservación del lobo fino de Guadalupe, dando lugar a nuestra investigación en colaboración con The Marine Mammal Center (Sausalito, California). En este estudio se recolectaron muestras sanguíneas de lobo fino de Guadalupe de distintas clases de edad (crías, individuos de un año, juveniles, un subadulto y adultos) de Isla Guadalupe en 2016, 2017 y 2020 con el fin de evaluar la presencia de Sarcocystis neurona, Leptospira spp. y Toxoplasma gondii.
Los individuos de Isla Guadalupe resultaron negativos para Sarcocystis neurona y Leptospira spp., quizás relacionado al bajo tamaño de muestra. Sin embargo, no se descarta que la población de lobo fino de Guadalupe esté expuesta en alguna medida a ambos patógenos debido a su interacción con el lobo marino de California, con el que coexisten en sitios como Isla Guadalupe. Por otro lado, es de esperar que sean negativos en etapas tempranas, como neonatos, crías e individuos de un año, pues probablemente estén menos expuestas a varios patógenos. También se desconoce el tiempo que persisten los anticuerpos maternos, similar a lo reportado en el lobo fino del norte o el lobo marino de California. Referente a las otras clases de edad, esto podría atribuirse a los hábitos de cada especie, ya que el lobo fino de Guadalupe tiene hábitos más oceánicos (alejados de la costa) y están menos expuestos a patógenos derivados de la contaminación costera. Por su parte, otras especies, como el lobo marino de California o la nutria marina, presentan hábitos más costeros y una mayor exposición. Aunque no estuvieron expuestos a estos patógenos en los años analizados, es importante mencionar que el riesgo de exposición pudiera ser más elevado durante anomalías cálidas en el océano que deprimen la productividad primaria, por una interacción mayor entre lobos finos de Guadalupe y otras especies, debido al incremento en el esfuerzo de búsqueda de alimento.
Los resultados para Toxoplasma gondii mostraron un 3% de casos positivos y un 19% de sospechosos, indicando exposición al patógeno. Estos resultados podrían atribuirse a la presencia de fauna invasora, ya que los gatos (Fig. 3) son los únicos hospederos conocidos donde el parásito desarrolla su ciclo sexual (presencia de quistes u oocistos), mientras que diversos organismos son hospederos intermedios para la fase asexual. La ruta de transmisión de este patógeno en mamíferos marinos no se conoce completamente. Sin embargo, en la mayoría de los mamíferos, puede ocurrir de manera vertical (relación madre-cría) durante la lactancia o aún dentro de la madre (vía transplacentaria) y de manera horizontal (relación animal-entorno), al ingerir carne, heces, agua u orina contaminadas. Esto puede ocurrir por la descarga del drenaje, tormentas o residuos de aguas utilizadas en la agricultura que contienen oocistos, o bien, en áreas en la costa con mayor densidad poblacional humana donde se ha observado una mayor incidencia de estos casos. Adicionalmente, los oocistos son capaces de entrar en la cadena alimenticia marina a través de moluscos. Es importante señalar que, en Isla Guadalupe, hace décadas se introdujeron intencionalmente cabras, perros y gatos, y de manera accidental ratones domésticos. Estos podrían haber servido como vectores de enfermedades infecciosas, incluyendo Toxoplasmosis. Actualmente, se llevan a cabo programas exitosos de erradicación de especies introducidas por parte del Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI) y la Reserva de la Biósfera Isla Guadalupe (CONANP).
Dado que Toxoplasma gondii se ha asociado con fallos reproductivos y otras afecciones en humanos y otras especies, se subraya la necesidad de una mayor investigación acerca del papel de este patógeno y de otros con potencial zoonótico en la salud y mortalidad del lobo fino de Guadalupe.
Aunque queda mucho por aprender sobre el lobo fino de Guadalupe y su salud, nuestro trabajo sugiere que sus hábitos oceánicos limitan su exposición a ciertos patógenos. Es importante investigar el origen de estos patógenos en la especie, ya sea a través de la transmisión materna, la cadena alimentaria o contaminación de su hábitat terrestre. Este conocimiento es esencial para implementar estrategias de conservación efectivas que aborden no solo los desafíos actuales, sino también las amenazas potenciales que podrían obstaculizar el proceso de recuperación de esta especie.
Palabras clave: zoonosis, hábitos oceánicos, estudio epidemiológico.
Referencias:
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Romero-Velázquez, M.E. (2024). Condición nutricional y exposición a patógenos en etapas de desarrollo tempranas del lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsendi). Tesis de Maestría. CICIMAR-IPN. La Paz, Baja California Sur, México.
Ziehl-Quirós, E.C., García-Aguilar, M.C. y Mellink, E. (2017). Colony-level assessment of Brucella and Leptospira in the Guadalupe fur seal, Isla Guadalupe, Mexico. Diseases of Aquatic Organism. 122:185-193. DOI: 10.3354/dao03073