CENAPRED

Miguel Angel Imaz Lamadrid

imaz@uabcs.mx

Jesimar Talamantes Geraldo

jesimart_18@alu.uabcs.mx

Universidad Autónoma de Baja California Sur

Departamento Académico de Ingeniería en Pesquerías.

Cuando observamos una imagen de nuestro planeta, nos da una sensación de paz y seguridad; sin embargo, estamos constantemente interactuando con fenómenos, organismos y eventos que pueden poner en riesgo nuestra integridad. Nuestros antepasados tuvieron que hacer frente a ellos con sus recursos y sin contar con los avances tecnológicos que tenemos en la actualidad. La tecnología nos ha ayudado a mitigar el impacto de los fenómenos naturales, pero ha incrementado nuestra exposición a desastres generados por el ser humano conocidos como desastres antropogénicos. De acuerdo con cifras de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo (UNDRR), en el periodo 2000-2019 se reportaron 7,348 desastres, que generaron el fallecimiento de 1.23 millones de personas, 4 mil millones de afectados y pérdidas económicas por 2.97 billones de dólares. Si a esta situación agregamos el crecimiento poblacional, expansión urbana en zonas de alto riesgo, cambio climático entre otros, el panorama pinta complicado para las próximas décadas.

Impacto del Huracán Odile en la infraestructura aeronáutica de Los Cabos (Reuters, 2014)
Impacto del Huracán Odile en la infraestructura aeronáutica de Los Cabos (Reuters, 2014)

El riesgo es un concepto conformado por tres grandes variables: a) el peligro, b) la vulnerabilidad y c) la exposición. El peligro es la probabilidad de que ocurra un evento adverso, la vulnerabilidad por su parte es la capacidad de un ente (persona, sociedad, comunidad) a reponerse de un evento adverso y finalmente la exposición es la cantidad de entes que pueden verse afectados por un evento adverso. Pensemos por ejemplo en un terremoto que impacta una población de 50 personas que viven en casas de concreto y como segundo caso, imaginemos el mismo terremoto, pero afectando 100 personas que viven en casas de madera. En el escenario 2 el riesgo será mayor que en el escenario 1 debido a la alta vulnerabilidad y exposición.

En el argot de la Protección Civil se tiene una frase que dice “Sale más barato prevenir que corregir” y tiene mucho sentido. Pensemos por ejemplo en algo tan trivial como lo es mantener los frenos de nuestro vehículo en buenas condiciones. El costo de mantenimiento (dependiendo del uso) pudiera ir entre $2,000 y $10,000 pesos. El costo de un incidente, en el peor de los casos, puede llevar a la pérdida total de los vehículos involucrados (supongamos $400,000), más los servicios hospitalarios requeridos y los daños graves a la salud o incluso la pérdida de vidas.

En este contexto, la Gestión Integral del Riesgo, son todas aquellas acciones enfocadas a la identificación, análisis, evaluación, control y reducción de los riesgos, con el objetivo fortalecer la capacidad de resiliencia en la población (LGPC, 2020). En ella, se involucra una serie de etapas diferentes, las cuales son:

  1. identificación de los riesgos
  2. previsión
  3. prevención
  4. mitigación
  5.  preparación
  6. auxilio
  7. recuperación
  8. reconstrucción

(LGPC, 2020).

Ahora bien, hablemos específicamente de las etapas que lo componen. La primera de ellas consta de la identificación de los riesgos, su frecuencia e intensidad, así como los procesos físicos y sociales que estos generan, además, tiene como objetivo concientizar a la población de aquellos riesgos a los cuales se encuentra expuesta. Por ejemplo, es muy común encontrar asentamientos humanos en las faldas de los cerros, todas estas personas que se encuentran habitando en estas zonas, corren el riesgo a sufrir daños o pérdidas de su hogar en caso de algún deslave o derrumbe. Es por ello que las autoridades de Protección Civil cuentan con atlas de riesgos para poder identificar estas zonas y mitigar la urbanización en estas áreas.

La segunda etapa consiste en la previsión, en ella se toma conciencia de todos los riesgos que pueden surgir ante cualquier eventualidad. Por ejemplo, una familia que vive cerca de un arroyo es vulnerable a una inundación.

La tercera etapa es la prevención, en ella se identifican los peligros y riesgos con el objetivo de implementar las acciones para mitigar el impacto de los agentes perturbadores. Un claro ejemplo es la temporada de huracanes en el municipio, semanas anteriores, protección civil a través de los medios de comunicación, dan a conocer la trayectoria del huracán, su categoría, los milímetros de lluvia que trae, la intensidad de los vientos, etc. Esto con el objetivo de que la población se encuentre preparada ante la llegada de este fenómeno.

La cuarta etapa es la mitigación, la cual tiene como objetivo el instalar medidas que reduzcan el impacto de eventos adversos en la sociedad. Dentro de la quinta etapa se encuentra la preparación, en ella se aplican todas aquellas medidas que garanticen la respuesta eficaz de las personas ante el impacto de un fenómeno perturbador. Algunos ejemplos de estas medidas son la realización de simulacros y capacitaciones frecuentes.

El auxilio forma parte de la sexta etapa y consiste en las acciones de respuesta ante situaciones de emergencia o desastre. Un ejemplo claro es la actividad de búsqueda y respuesta inmediatamente después de un evento perturbador.

Flujos de lava del Volcán Cumbre Vieja afectando zonas urbanas en la Isla de La Palma, España. (Foto de Samuel Sánchez)
Flujos de lava del Volcán Cumbre Vieja afectando zonas urbanas en la Isla de La Palma, España. (Foto de Samuel Sánchez)

Por último, encontramos la recuperación y reconstrucción, dentro de estas se implementan todas aquellas acciones enfocadas a la normalización de las actividades de posterior a un evento perturbador. Por ejemplo, hoy en día nos encontramos en una situación de pandemia a consecuencia del Covid-19, en la cual las clases presenciales se afectaron por esta contingencia durante un largo periodo de tiempo, sin embargo, se buscaron posibles soluciones y medidas de adaptación y mitigación que se implementaron para un regreso a clases seguro.

Para concluir, la Gestión Integral de Riesgos en la Protección Civil tiene un papel predominante en la reducción y gestión de los riesgos. Es importante concientizar a la población sobre la importancia de la cultura de la Protección Civil, y generar profesionistas en el ámbito que coadyuven a construir sociedades resilientes ante los desastres y eventos perturbadores.

Bibliografía:

Ley General de Protección Civil. (2020). Recuperado de: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/593503/LGPC_061120.pdf. Consulta: 07-04-22.

Coordinación Nacional de Protección Civil, CNPC. (2019). Los principios de la gestión integral del riesgo. Recuperado de: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/449065/2._Los_Principios_de_la_Gesti_n_Integral_de_Riesgos.pdf. Consulta: 07-04-22.

 

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por coscyt

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