Estefanía Arias Pineda1, Xchel Gabriel Moreno Sánchez2, Marco Antonio Medina López1, Arturo Bell Enríquez-García2.
1Universidad Autónoma de Baja California Sur, Departamento Académico de Ciencias Marinas y Costeras, 23085 La Paz, Baja California Sur, México.
2Instituto Politécnico Nacional, Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas, Departamento de Pesquerías and Biología Marina, 23096 La Paz, B.C.S., México.
Un arrecife artificial es una estructura colocada intencionalmente en el bentos (fondo marino), hecha en su mayoría por materiales naturales que busca proteger, incrementar o restaurar ciertos componentes del ecosistema al intentar asemejarse a hábitats naturales. Las formas externas del arrecife, así como sus espacios, texturas y material de construcción son características que influyen directamente en el desarrollo y atracción de los organismos hacia este (Seman y Lienberg, 2009). La instalación de arrecifes artificiales se ha posicionado como una herramienta para mitigar los efectos negativos de actividades antropogénicas en pesquerías de pequeña escala, derivadas de una creciente población humana y un incremento constante de la demanda de recursos marinos.
Teniendo esto en cuenta, el presidente de la compañía japonesa “Ocean Construction Co., Ltd.” decidió tomar conchas de bivalvos que eran consideradas como desechos y colocarlas dentro de tubos de malla plástica, los cuales se instalan dentro de cubos de acero que son introducidos al mar y, que en conjunto forman el arrecife artificial tipo Shellnurse. Dentro de cada cilindro se colocan alrededor de 20 kg de conchas y cada cubo de acero mide 75×75 cm. Debido al acomodo de las conchas dentro del tubo de malla se crean espacios de diferentes tamaños que proveen un sitio de refugio y alimentación para especies pequeñas (caracoles, camarones, balanos, etc.), que luego fungen como alimento para organismos más grandes (por ejemplo, peces) (Katayama et al., 2004) (Fig. 1).
Con la instalación de nuevos arrecifes se incrementa el área de contacto donde los organismos pueden establecerse e interactuar, dando lugar a relaciones ecológicas entre ellos. Las relaciones entre las comunidades de peces que se asocian a los arrecifes artificiales pueden conocerse mediante indicadores ecológicos, los cuales pueden ayudar en la utilización, manejo y conservación de los arrecifes. Además, al determinar ¿qué y cuánto están comiendo los peces en los arrecifes? Podemos reconocer de mejor manera las relaciones tróficas que existen entre las especies (peces y presas presentes en el arrecife) (Gelis et al., 2021).
Aunque la idea de los arrecifes artificiales de tipo “Shellnurse” (AATS) surgió a 10,176 km de distancia de Baja California Sur, específicamente en Japón en 1990; para mayo de 2023 se instaló el primer arrecife de este tipo dentro de la Bahía de La Paz, en una playa conocida como San Juan de la Costa. En este arrecife se colocaron en forma de pirámide un total de 150 módulos con una altura 3m y se utilizaron conchas de la especie Crassotrea gigas, mejor conocida como ostión japonés.
Para conocer qué comen los peces en un arrecife artificial se deben seguir ciertos pasos, tanto en campo como en laboratorio. Primero, se visitó el AATS a lo largo del año y, a través de buceo autónomo y haciendo uso de un arpón de tipo hawaiana, se capturaron peces al azar. Los ejemplares capturados se transportaron al Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR-IPN) para realizar el trabajo de laboratorio. Este, inició con la identificación de cada pez a nivel de especie y el registro de su longitud y peso total. Una vez registrados los datos, se extrajeron el estómago e intestino mediante un corte en la zona ventral de cada organismo y se colocaron en bolsas de plástico previamente etiquetadas. Después, los tractos digestivos se analizaron colocándolos sobre cajas petri y observándolos con un estereoscopio para separar e identificar las presas presentes. La identificación, tanto de peces como de presas, se realizó con ayuda de guías especializadas para cada grupo.
Hasta el momento, en el AATS se han capturado 161 peces, pertenecientes a 20 especies diferentes siendo las más abundantes el burro raposo (Haemulon maculicauda), el cochito (Balistes polylepis), y el pargo amarillo (Lutjanus argentiventris).
Entonces, ¿qué comen los peces en el AATS?, gracias al análisis del contenido estomacal se ha encontrado que hay 15 grupos de presas, siendo los más consumidos las algas, los bivalvos, gasterópodos, restos de peces y organismos pertenecientes a la clase Malacostraca. De estos, las especies más frecuentes de caracoles han sido Thylaeodus indendatus, Olivella gracilis, Mitra spp., Mitrella millepunctata, Alabina spp. y organismos de la familia Veneridae; de bivalvos: Heterodonax pacificus, Laevicardium substriatum, Anadaraspp. y Nuculana costellata. Para Malacostraca o mejor conocidos como crustáceos se encontraron especies de camarón como Penaus spp. y Palaemonella holmesi y de cangrejos como Micropanope spp. Otras presas menos abundantes fueron balanos de la especie Balanus trigonus, poliquetos como: Hydroides crucígera, Nereis spp. y Eunice spp. También se encontraron espinas de los erizos Eucidaris thouarsii y Echinometra vanbrunti e incluso ascidias de la especie Lissoclinum fragile.
Gracias a la presente investigación, y tomando en cuenta la alimentación de los peces, podemos saber que las presas que estos están consumiendo se encuentran adheridas a los módulos o bien distribuidas dentro de los espacios generados por las conchas. Con esto podemos inferir que el AATS ha atraído invertebrados y organismos pequeños que son alimento de organismos más grandes, como los peces, por lo que su instalación ha beneficiado directamente a las pesquerías locales, estableciendo puntos de alimentación para especies de interés comercial (Fig. 2).
Bibliografía
Gelis, E. R. E., M. M. Kamal, B. Subhan, I. Bachtiar, L.M.I. Sani y H. Madduppa. 2021. Environmental biomonitoring of reef fsh community structure with eDNA metabarcoding in the Coral Triangle. Environ Biol Fish 104:887-903.
Katayama, K., M. Tahara, K. Tsumura y H. Kakimoto. 2004. Shellnurseries: Artificial reefs using waste shells. 263- 271. En Sakaguchi, M. (Eds.). More efficient utilization of fish and fisheries products.Elsevier, Tokyo, Japón. 464 p.
Seman, W. y W. J. Lindberg. 2009. Artificial reefs. 226-233. En Steele J. H. (Eds.). Encyclopedia of Ocean Sciences. Academic Press, Massachusets, USA. 268 p.