Nohelia J. Jorge-Pérez, Fernando R. Elorriaga-Verplancken, Gustavo Cárdenas-Hinojosa
A más de 2,000 m de profundidad habita una de las especies de cetáceos menos conocida, Ziphius cavirostris, comúnmente llamada zífido de Cuvier. Es la única especie de su género, tiene una distribución cosmopolita, por lo que puede habitar desde zonas tropicales hasta zonas templadas, incluso llegando a regiones subpolares. La información que se conoce actualmente en torno a su biología y comportamiento es escasa, ya que el conocimiento sobre su distribución ha sido generado en su mayoría por varamientos alrededor del mundo. Hasta ahora, es a esta especie la que se le atribuye el registro de inmersión más profunda entre todos los mamíferos marinos, estableciendo un récord de 2,992 m y una permanencia de hasta 222 minutos bajo el agua. Por lo tanto, el tiempo que pasa en la superficie es reducido, lo que provoca que su estudio en vida libre sea todo un reto.
Figura 1. Zífido de Cuvier (Ziphius cavirostris) saltando fuera del agua. Fotografía: Mario Onofre
Ahora que acabas de ver esta imagen (Figura 1), te estarás preguntando a qué grupo de cetáceos pertenece el zífido de Cuvier, ¿acaso es una ballena? Aunque otro de sus nombres comunes es ballena picuda de Cuvier, este organismo no es una ballena, es propia de la familia de los zífidos (Ziphiidae), la cual es la segunda más diversa (24 especies descritas) entre los cetáceos. El nombre del género Ziphius (de donde proviene “zífidos”) se origina a partir de la palabra griega xiphias que significa espada, haciendo alusión a la forma afilada del rostro en el cráneo, y fue a partir precisamente de un cráneo encontrado en las costas de Francia antes de 1804, que el zoólogo francés Georges Cuvier llevó a cabo la descripción formal de Z. cavirostris en 1823.
El zífido de Cuvier, como podemos observar en la figura anterior, tiene un cuerpo robusto, las aletas pectorales son pequeñas en relación con el cuerpo, el patrón de coloración cambia entre machos y hembras, y también a lo largo de la vida. Este color puede ser desde gris oscuro a color marrón óxido claro. La longitud máxima es de 6.7 m en machos y 7 m en hembras, obteniendo un tamaño promedio para adultos de 6.13 m. El peso máximo registrado para un adulto es de 3,000 kg, mientras que en las crías recién nacidas se conoce una longitud de 2.7 m y un peso de 250-300 kg.
La alimentación del zífido de Cuvier es teutófaga, es decir, basada principalmente en calamares. Estos cetáceos se alimentan por succión, ya que los únicos dos dientes que poseen en la mandíbula inferior, y que son visibles únicamente en los machos adultos (Figura 2), no cumplen una función directa en la captura de presas. En cambio, estos dientes se utilizan en interacciones entre individuos, como peleas o disputas por alimento o pareja. Las marcas en su piel son resultado de estas interacciones, pero también son marcas dejadas por tiburones sacabocados y por calamares durante su depredación. Su dieta ha sido documentada mediante el análisis del contenido estomacal de ejemplares varados en el Pacífico Norte, donde se han identificado a los calamares de la familia Cranchiidae (calamares de cristal) como sus principales presas.
Figura 2. Dientes visibles en la mandíbula inferior de un macho adulto de zifido de Cuvier (Ziphius cavirostris). Fotografía modificada: Rodrigo Huerta-Patiño
Este sorprendente y enigmático mamífero marino no está tan lejos como pensamos. Se han registrado avistamientos tanto en el Golfo de California como en la zona del Pacífico Noreste, particularmente en aguas adyacentes a la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe, ubicada a 260 km al noroeste de la Península de Baja California. A partir de estudios de pinnípedos y de tiburón blanco se reportaron los primeros avistamientos oportunistas de esta especie en esa zona y, en 2009, se hizo el primer proyecto enfocado en estudiar a Ziphius. Debido a su alta frecuencia, en 2016 dio inicio el proyecto “Zífido de Cuvier y otros cetáceos de Isla Guadalupe”. Desde entonces, se ha mantenido un esfuerzo de monitoreo constante por parte de diversos especialistas en cetáceos, bajo la dirección del Dr. Gustavo Cárdenas Hinojosa, quien lleva más de 15 años estudiando a esta especie.
Gracias a este trabajo, el equipo ha podido monitorear la población local de zifidos en Isla Guadalupe (Figura 3). Mediante monitoreo acústico pasivo realizado con un equipo de grabación autónomo, se ha confirmado la presencia de Z. cavirostris en la zona todo el año, y gracias a la fotoidentificación se estima una población de menos de 90 individuos y se sabe que más de la mitad de la población es residente en la isla. Aunado a esto, un estudio de genética sugiere que la población de Isla Guadalupe es diferente en el Pacifico. Sin embargo, aún falta información clave, como la relacionada con su ecología trófica, esencial para comprender su rol dentro de la red alimentaria. Este conocimiento puede inferirse a partir del Análisis de Isótopos estables (AIE).
Figura 3. Zífido de Cuvier en la Reserva de las Biósfera Isla Guadalupe. Fotografía: Gustavo Cárdenas-Hinojosa
Actualmente, en el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR-IPN), llevamos a cabo una investigación enfocada precisamente en su ecología trófica con base en el AIE, con el propósito de aportar información que fortalezca los planes de manejo de la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe, un Área Natural Protegida de gran relevancia para México por su alta biodiversidad. Como parte de los resultados preliminares, los valores isotópicos sugieren que el zífido de Cuvier es residente en la zona en términos del consumo de recursos, lo cual coincide con los avistamientos de individuos registrados anteriormente múltiples veces. Estos resultados refuerzan la importancia de preservar su hábitat, ya que aparentemente están usando esta zona de manera permanente, tanto para fines de alimentación, como de reproducción potencial, por la frecuencia alta de pares de madres con crías que se han reportado en el área.
Aunque hoy sabemos más sobre su biología y comportamiento, el zífido de Cuvier sigue siendo una de las especies más enigmáticas del océano profundo, un recordatorio de la importancia de conocer y proteger la vida que habita en las profundidades.
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