Mariana Mayorga-Inzunza1; José Luis García-Corona2; Tatiana A. Acosta-Pachón1*
1Universidad Autónoma de Baja California Sur, Carretera al Sur Km. 5.5, La Paz 23080, B.C.S, México.*tatyacosta@gmail.com
2Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), Mar Bermejo 195, Col. Playa Palo de Santa Rita, La Paz, Baja California Sur 23090, México.
¿Qué son los Florecimientos Algales (FA)?
Cuando hablamos de mareas rojas, es común imaginar una zona costera o un lago teñido de colores inusuales que nos advierten del peligro. Muchos podrían pensar que esta coloración se debe a cambios químicos en el agua o contaminación, pero la realidad es más sorprendente, ya que los causantes de este cambio son diminutos organismos invisibles al ojo humano capaces de transformar y afectar grandes ecosistemas.
Los florecimientos algales (FA) son eventos naturales, en los que se produce un incremento masivo de microalgas, las cuales se definen como microorganismos que contienen clorofila a y otros pigmentos capaces de realizar fotosíntesis (Gómez-Luna, 2007), dentro de ellos se encuentran grupos como las diatomeas y/o los dinoflagelados (Fig. 1). Estos florecimientos suelen estar impulsados por la disponibilidad elevada de nutrientes, características hidrológicas adecuadas, procesos de circulación, áreas de convergencia y fenómenos climáticos inusuales, las cuales son condiciones ambientales que favorecen la multiplicación de estas células algales (Reyes-Salinas et al., 2023).

Figura 1. a) Diatomea (imagen tomada de Lora-Vilchis et al., 2020). b) Dinoflagelado (Imagen tomada de Gómez et al., 2011)
Coloquialmente a este fenómeno se le conoce como “mareas rojas”, porque algunos eventos colorean el agua de color marrón-rojizo; sin embargo, ese término no es el adecuado para referirse a estos fenómenos naturales, ya que no todos los FA producen un cambio visible en la coloración del agua (Gárate-Lizárraga y Verdugo-Díaz, 2024) y, cuando ocurre, el agua no solo se vuelve roja, sino que también puede ser verde, dorado, marrón, o naranja, y hasta puede cambiar su olor y sabor, e incluso generar bioluminiscencia, según las especies de microorganismos involucradas, tal como se observa en la figura 2 (Uribe y Montecino, 2007).

Figura 2. Collage ilustrando diferentes tipos de florecimientos algales en lagos de agua dulce (A = florecimiento de cianobacterias Microcystis sp. o Dolichospermum sp.) y en zonas marinas y costeras [(florecimientos de los dinoflagelados B = Lepidodinium chlorophorum; C = Karenia brevis; D = Gymnodinium sp. o Alexandrium sp.; E = Noctiluca scintillans (imagen generada por IA en ChatGPT, OpenAI, 2025)].
Los FA pueden clasificarse conforme a sus efectos: algunos pueden ser tóxicos debido a la producción de toxinas (i.e., ficotoxinas), y otros pueden ser nocivos por impactos físicos, derivados de la alta biomasa sin producir toxinas (Band-Schmidt et al., 2011). Cuando los FA presentan estos efectos negativos, es correcto referirnos a ellos como florecimientos algales nocivos o FAN (por sus siglas en español). Sin embargo, no todos los FA son perjudiciales; algunos incluso pueden considerarse benéficos tanto para el ecosistema como para la acuicultura, dependiendo de la especie, la magnitud del florecimiento y las condiciones ambientales (Alonso-Rodríguez et al., 2004). Por ello, en este trabajo se emplea el término florecimiento algal (FA) para referirse al fenómeno y a sus efectos ecológicos, independientemente de que sean nocivos o no.
¿Por qué los FA son cada vez más intensos, extensos y frecuentes en el mundo?
En las últimas décadas se ha observado un incremento en la frecuencia, duración y distribución geográfica de los FA en muchas regiones del mundo, incluido México (Anderson et al., 2022; Reyes-Salinas et al., 2023). Parte de esta tendencia se atribuye a mejoras en la detección y el monitoreo, pero también a cambios ambientales y antropogénicos, como el aumento de nutrientes procedentes de actividades agrícolas y urbanas, las alteraciones hidrológicas y el cambio climático (Band Schmidt et al., 2011). Este último intensifica fenómenos extremos —como lluvias intensas y variaciones en la escorrentía de los ríos— que incrementan el aporte de nutrientes a las zonas costeras (Rivas et al., 2009), generando a veces las condiciones adecuadas para la formación de FA. Además, el calentamiento de los océanos, las olas de calor marinas, pérdida de oxígeno, eutrofización y contaminación, favorecen la formación y persistencia de FA en aguas costeras al hacer que el agua se mantenga en capas más estables y separadas, lo cual impide la mezcla del agua y crea un ambiente ideal para el crecimiento de las especies que soportan temperaturas altas (Gobler, 2020).
Impacto de los FA en los ecosistemas acuáticos
Los impactos ecológicos de los FA son variados y pueden ser severos, alterando la estructura de las comunidades, interrumpiendo el flujo de energía trófica y/o reduciendo la biodiversidad local (Turner et al., 2020; Anderson et al., 2022). Aunque las microalgas son componentes esenciales de la base trófica, sus proliferaciones masivas pueden generar condiciones perjudiciales para muchos organismos (Band-Schmidt y Olivas-Ortiz, 2016). La muerte masiva de las microalgas y la descomposición de grandes cantidades de biomasa hacen que se consuma el oxígeno disuelto y se libere CO2, contribuyendo a episodios de hipoxia (i.e., baja concentración de oxígeno) y a la acidificación local del agua (Hernández-Pérez y Labbé, 2014). Estas condiciones provocan mortandad de invertebrados, peces y, en casos severos, aves y mamíferos (Turner et al., 2020).
Además, muchas microalgas responsables de los FA sintetizan ficotoxinas (e.g., compuestos bioactivos) que pueden bioacumularse y biomagnificarse entre los diferentes niveles de las redes tróficas y causar intoxicaciones de fauna marina, depredadores tope y humanos, principalmente por consumo de mariscos contaminados, como se ilustra en la figura 3 (Montoya, 2019). Otro punto importante es que el efecto de los FA no se limita al período del florecimiento, sino que puede alterar los ciclos biogeoquímicos, provocar la acumulación de ficotoxinas en el ambiente, y por consiguiente, modificar la composición de las comunidades marinas, con consecuencias a largo plazo para los servicios ecosistémicos como la producción de oxígeno, el reciclaje de nutrientes, la calidad del agua y la estabilidad del hábitat, desestabilizando el equilibrio ecológico, afectando la funcionalidad del ecosistema marino y dificultando su recuperación durante años (Band Schmidt et al., 2011; Turner et al., 2020; Anderson et al., 2022).

Figura 3. Transferencia de toxinas producidas por florecimientos algales nocivos (FAN) a través de las redes tróficas acuáticas (modificado de Anderson et al., 2022).
Estrategias de prevención, control y mitigación de los FA
Predecir los FA sigue siendo un desafío debido a la complejidad de los factores que los originan; entre las medidas recomendadas están los programas de monitoreo continuo para detección temprana, la reducción de cargas de nutrientes desde cuencas, y la educación pública dirigida a comunidades dependientes de la producción de mariscos (Ministerio de Economía, Fomento y Turismo et al., 2017).
Entre las medidas propuestas para el control de los FA se considera el uso de moléculas producidas por las mismas microalgas, ya que algunas de estas sustancias pueden inhibir el crecimiento de otros tipos de microalgas, como los dinoflagelados, siendo un alguicida natural (Reyes-Salinas et al., 2023). Sin embargo, dado que aún se desconoce su impacto sobre el ecosistema, se ha recomendado llevar a cabo estudios científicos profundos y detallados antes de su aplicación.
Otra estrategia de control, es la aplicación de arcillas para provocar agregación y depositación en el suelo marino de las microalgas. Esta estrategia ha mostrado efectividad a pequeña escala, sin impactos ambientales evidentes en aplicaciones controladas. No obstante, existen dudas sobre efectos en la fauna bentónica y se recomienda cautela y la realización de más estudios antes de su implementación masiva (Sengco y Anderson, 2004).
Entre las estrategias de mitigación se destaca la divulgación constante sobre los FAN, orientada especialmente a las comunidades donde el consumo de mariscos es habitual, con el fin de mantener informada a la población y reducir riesgos sanitarios (López Cortés et al., 2015). Sin embargo, aún existe escasez de datos para comprender el impacto de la coexistencia de los FA y los efectos del cambio climático, por lo que, para mejorar la prevención y mitigación de los daños ecológicos y a la salud, es clave adoptar un enfoque multidisciplinario que integre investigación científica, monitoreo continuo y educación pública (Gobler, 2020).
Conclusión
Los FA constituyen un fenómeno ecológico complejo con profundas implicaciones ambientales, sanitarias y socioeconómicas. Su aumento en frecuencia, intensidad y distribución está ligado tanto a factores antropogénicos como naturales, lo que requiere estrategias integrales que combinen monitoreo constante, manejo, investigación y una comunicación efectiva con las comunidades afectadas. Sin embargo, aún existe un gran desconocimiento sobre muchos aspectos de estos eventos, lo que limita la efectividad de las acciones implementadas. Por otro lado, la gestión de recursos para el estudio y monitoreo de los FA es insuficiente, y es necesario formar más profesionales especializados que puedan enfrentar estos desafíos. Reconocer la gravedad de este fenómeno y fomentar la difusión sobre el tema es fundamental para proteger la seguridad y protección alimentaria, la salud pública, la biodiversidad acuática y la economía local, asegurando un futuro más sostenible para las zonas costeras.
Referencias
Alonso-Rodríguez, R., Páez-Osuna, F. y Gárate-Lizárraga, I. (2004). El fitoplancton en la camaronicultura y larvicultura: Importancia de un buen manejo. CESASIN. https://books.google.com.mx/books?hl=en&lr=&id=ZWXiF1jdnGUC&oi=fnd&pg=PA1&dq=florecimientos+algales+beneficos+e+inocuos&ots=iSzyVbhpym&sig=wbot2UNYGc2npkOxVs5lrOv35sw&redir_esc=y#v=onepage&q&f=true
Anderson, D., Fachon, E., Hubbard, K., Lefebvre, K., Lin, P., Pickart, R., Richlen, M., Sheffield, G., Van Hemert, C. (2022). Harmful Algal Blooms in the Alaskan Arctic: An Emerging Threat as the Ocean Warms. Oceanography. https://doi.org/10.5670/oceanog.2022.121
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Reyes-Salinas, A., Band-Schmidt, C. J., Hernández-Sandoval, F. E., Leyva-Valencia, I., Núñez-Vázquez, E. J. y Bustillos-Guzmán, J. J. (2023). Florecimientos algales nocivos (“mareas rojas”): ¿qué son, por qué son nocivos y para qué servirán?. Recursos Naturales y Sociedad, 9(3): 59–77. https://doi.org/10.18846/renaysoc.2023.09.09.03.0006
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